Sin saber

Sabina construye ilusiones sobre humedales de melancolía. Con exquisitos ópalos grisáceos de esperanza, vida y miedo. Con penas grasientas que se escurren entre el cerrazón de sus cabellos. Alaridos de júbilo sosegado. Abrigos de mortaja y tierra. Sin perder la fe, se agita por todo lo que siente que será; por lo que puede que nunca sea. Enarbolando tras derrotas sin batalla, sábanas deshilachadas de no usar. Y volverá a casa. Y cerrará la puerta que la separa del mundo real. Sin saber que es preciosa. Y que ese día, alguien, se enamoró de ella.

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