Lluvia

En Primaria (ya ni recuerdo cuándo) escribí un pequeño texto, diminuto, permeable, lleno de sentimiento. Años después –sobre 2005–, lo reencontré, y por algo, me emocionó. Quise reescribirlo, adaptarlo a la mentalidad de aquella época.
En estos días de trombas y ríos improvisados, no he podido evitar pensar en él. Por eso lo expongo.
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¿Es la lluvia sólo agua que cae sobre nosotros? ¿Sólo gotas que recuerdan viejas historias, de dolor y sufrimiento, que nos desolaron un día oscuro y calado? ¿Quién nos lo contestará?

Sólo sé que el cielo llora desconsolado. Quizá le demos pena. Quizá intuye el futuro de una raza destinada a destruir todo lo que su mano abarca. En todo caso, ella no cambia. Siempre por encima de nosotros. Distante y fría. Soltando pedazos hirientes de lo que es. Gotas que siembran tristezas en nuestras almas húmedas. Semillas que nacen rebosantes de esperanza, para luego ser pisoteadas por botas que sólo quieren dejar huella.

No somos más que un producto de nuestra propia evolución. Ruedas mal engrasadas. Máquinas con vida y sin metal. Relojes incapaces de predecir el tiempo que importa al corazón. Toneladas de tuercas sueltas que se oxidan con el paso del tiempo. Herrumbre que ciega. Y aún así, la lluvia nos inunda con su dulce sabor. Siempre arriba. Grande e incorrupta. Azul y pura. Regando flores que sólo crecen al darles cuerda.

Y hoy cae, cortina transparente. Cae satisfaciendo los deseos. Le rogamos que venga y vaya en un vaivén de caprichos y necesidades. Que juegue con nosotros pero no nos descubra. Que no limpie engaños, mentiras o misterios, con lágrimas imposibles de digerir, porque nos envenenará con el amargo sabor de la verdad.

¿De dónde vienes, lluvia? ¿Qué ocultas entre tus nubes grises? Serán las sombras de la melancolía más cercana a la muerte que al verde de tus prados. Serán rayos sonrientes con arcos de siete colores. O recuerdos negros de una vida pasada. ¿Cuál es tu secreto, lluvia? ¿Por qué lloras? Miramos hacia arriba, atentos, aunque sólo sea por racionalizar con impulsos mecánicos tu magia y sinceridad. Si puedes, no dudes, lluvia. Danos fin, con el plateado de tus balas repletas de sentimientos olvidados. Pues ya eres tú humana, y nosotros sólo agua.

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