Presumí que viviría para siempre

Siento como el tiempo se detiene. El pánico se presta a endiablar las sombras de la noche. El dolor se asienta, meciéndose en la eternidad, enterrándose en la frágil carne de un hombre desvanecido. Se retuerce. Se regodea. Y no me suelta.
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Delirios me azotan. Mis deseos de infancia me señalan que los olvidé. Sudo proyectos de futuro, alejándolos de mí, perdiendo la oportunidad que jamás aproveché. Gente va, gente viene. Se aparecen extraños y conocidos. Algunos con caras largas, otros con caras de victoria. Y entre ellos, un viejo escuálido, canoso, con los ojos brillantes, me subraya lo que nunca seré.
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Presumí que viviría para siempre, y siempre es muy poco tiempo.

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