La Biennale di Venezia


El viaje no comenzó el 3 de septiembre de 2009, ese sólo me llevaría a un lugar concreto que luego se convertiría en otra cosa, el verdadero viaje comenzó hace ya unos meses, casi a principios de año, cuando, una tarde, navegando por la red, descubro que existe La Muestra de Artistas Jóvenes Plácido Fleitas, una bienal organizada por la concejalía de juventud del Ayuntamiento de Telde.
No llevo mucho tiempo trabajando, dedicándome a esto que muchos llaman arte y yo no sé cómo nombrar, pero en mi corta experiencia, nunca había visto un concurso de características similares (probablemente por eso, porque no llevo mucho tiempo). Me pareció tan llamativo toparme con un certamen (que ni siquiera alardea de llamarse así, porque no lo pretende, sólo persigue dar visibilidad a jóvenes creadores) en el que no hay jerarquías, sino un encuentro, no se selecciona una obra, sino una trayectoria, y no hay una recompensa económica, sino formativa, que temí que hubiese gato encerrado. Me resultaba extraño, casi utópico. No hacía falta sopesar nada, en seguida mandé el dossier. De entre todas las solicitudes que recogieron, el jurado, con unos miembros de gran relevancia en el mundo artístico y cultural de Gran Canaria, seleccionó a cinco artistas (Davinia Jiménez Gopar, Tarha Erena Sarmiento López, Joaquín Artime, Yaiza María Domínguez Jiménez y Antonio M. Cruz Afonso), entre los que tuve la suerte de encontrarme.

El idilio sólo había empezado. Además de la obra elegida para hacer una exposición colectiva, en los días previos a la inauguración, los jóvenes premiados y el público interesado pudimos acudir a unas jornadas de arte que ampliaron nuestros conocimientos y profesionalizaron nuestra actividad. Tener la oportunidad de charlar con personas como Federico Castro, Octavio Cardoso, Pepe Medina, Daniel Montesdeoca y Ana Beltrá, no fue sólo un placer, sino un acontecimiento didáctico. Los temas que tratamos (las formas de proceder, la comunicación, la educación y la reeducación, la conservación, el montaje de exposiciones y cómo no, las vías de escape en tiempos de crisis), fueron variopintos y acertados. Logramos obtener respuesta a muchas preguntas sin contestar y dimos luz a zonas que permanecían en sombras.

Coronarlo todo con una exposición de nuestras obras (con su correspondiente catálogo) en un lugar tan bonito como es la sala de San Pedro Mártir, fue un sueño.

Claro que como en todo, también se cometieron errores, y aunque no son intencionados, creo a bien que es justo mencionarlos, con el ánimo de hacer una crítica constructiva. Es habitual que en actos como estos, la organización se descontrole un poco. Por ejemplo, un fallo fue dejar el montaje de la exposición para el último día, nos vimos apurados, terminando de montar justo antes de abrir las puertas, y eso acarreó un poco de tensión y mal rollo (porque algunos artistas no tienen conciencia de grupo, y nada más montar su parte, desaparecieron. Era paradójico ver a la gente de fuera totalmente involucrada y los que deberían estar interesados como oyendo llover. Claro que de eso no tiene culpa nadie). Para las próximas jornadas sería conveniente empezar justo por ahí, por el montaje, para luego continuar tranquilos, sin agobios.

El otro desacierto, el más grave, fue que nos cambiasen la exposición de lugar a pocos días de haberse inaugurado. Yo comprendo que los errores burocráticos se dan, y si se encuentran soluciones no hay motivo para que se conviertan en problemas. Sin embargo, los responsables cometieron un despiste: se olvidaron de comunicárnoslo. Personalmente, tengo mis reticencias a que manipulen mi obra sin consentimiento (aunque con la gente de Telde esto no me preocupa, me han demostrado ser cuidadosos, y el que las obras no sufrieran ningún desperfecto así lo avala). Ahora, que nos tuviésemos que enterar por terceras personas…, eso no fue tan amable.

Como bien he dicho, ésta es una crítica constructiva que comunico con el único ánimo de hacerles optimar, para que la próxima vez sea aún mejor.
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En cuanto a las cosas a destacar, para mí, que venía de otra isla, fue substancial sentirme acogido y arropado por la gente de Telde, al igual que tener la oportunidad de re-conocer (porque ya había tropezado con ella en otras ocasiones) a Davinia, la artista por la que apuesto, la persona a quien aprecio.

Cuando las jornadas terminaron, volví a casa con la mente y los ánimos renovados. Meses después, ya en Septiembre, volvimos a coincidir todos, incluso algunos más. Venían Tono y Felo (CNFSN+), quienes no pudieron ir a las jornadas y a los que yo conocía por haber acudido a un curso de graffiti que ellos impartían; y Neli, una chica que se unía a la aventura. Liderados por Alejandro (no sé cómo calificarlo, ¿tío cojonudo de la concejalía valdrá?), el mejor guía que hubiésemos podido desear.

Con los billetes, los traslados aeropuerto-hotel, la estancia y las entradas a la bienal pagados, tuvimos seis días para visitar la ciudad y la oferta cultural que nos ofrecía. Y no desperdiciamos ni un minuto. Vimos todo lo que pudimos: arte, pabellones, calles estrechas, canales, galerías, más obras, más canales, y un ambiente fantástico, poético, casi delirante, de ensueño, tan irreal que a veces tenía la sensación de estar en un escenario de cartón-piedra, y aún así, no perdía magia.

Yo había estado en Venecia con anterioridad, hace ya unos siete años, pero no la conocía como esta vez tuve la oportunidad de conocerla. Una ciudad rebosante de cultura, vida y mentes en ebullición. Sin duda, lo más importante del premio no fue la oportunidad de ver la Biennale di Venezia, porque el arte también está en crisis; lo fundamental, el acierto, fue enviarnos a cinco jóvenes, cinco cabezas con ideas distintas; porque si me quedo con algo, no son los días, corriendo como locos para ver hasta el último rincón, la última sala; me quedo con las noches, en las que el diálogo y el debate estaban servidos. Y sí, ahí es donde de verdad uno aprende y saca cosas en claro. Ese fue el gran premio, la esencia del encuentro en un marco inmejorable.

Y una vez más, volví a casa, a mi taller, con las energías renovadas, con ganas de hacer cosas diferentes, de abordar nuevos lenguajes, de poner en práctica lo aprendido, de experimentar, de jugar y de ser más certero; porque en mi camino he entendido que los éxitos son relativamente importantes, pero es de los errores de donde se aprende. Y no quiero quedarme hueco, quiero hablar, quiero contar cosas. Quizá mi léxico no sea novedoso, ni especialmente imaginativo, con todo, siento que es auténtico, que trata cosas relevantes.

Así termina la travesía, con nuevos amigos, nuevas ideas, y una visión mejor enfocada. ¿He cambiado? Por supuesto, todo nos altera, modifica nuestras superficies hasta calar en el interior. Tal vez todavía no se vea, pero está ahí.



Felo, yo, Tahra, Negüel, Alejandro, Davinia, Tono y Yaiza.

Comentarios

  1. He tardado en escribirla y ha quedado muy larga, pero creo que la ocasión lo merece. Espero que alguien la lea, y si no, ahí queda...

    Por cierto, con el tiempo, la cambiaré de sitio, la pondré en Septiembre, que es donde debería estar. (La cronología, siempre la cronología)

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  2. Esta de p.m., ¿podrias compartir la experiencia en Canarias Arte (http://canariasarte.ning.com)?, ya te enviaré unas cositas para que me cuentes, jejejejeje

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